El Encanto de la Inteligencia Artificial: Creando Ilusiones Cautivadoras

La industria de la inteligencia artificial se ha enfocado en crear personajes ficticios creíbles, inspirándose en animadores, diseñadores de juguetes y creadores de videojuegos. Los investigadores en este campo están en una misión para desarrollar personajes de IA realistas que puedan interactuar con humanos de manera auténtica.

Un ejemplo que demuestra la búsqueda de un comportamiento realista es el juguete Furby, que ganó popularidad en 1999. A pesar de las garantías de la compañía, se propagaron rumores que sugerían que Furby tenía la capacidad de aprender y grabar conversaciones. Sin embargo, más tarde se reveló que la aparente capacidad de aprendizaje de Furby era simplemente una ilusión creada a través de lenguajes preprogramados. Esto destaca el sesgo humano de asumir que los objetos, incluso los inanimados, son capaces de aprender.

Caleb Chung, el ingeniero detrás de Furby, pasó a crear otro juguete animatrónico llamado Pleo. Los clientes formaron vínculos emocionales con sus mascotas Pleo y preferían que se repararan en lugar de recibir un reemplazo. El enfoque de Chung en crear ilusiones realistas con piezas mínimas, inspirado en las expresiones faciales y emociones humanas, mostró el potencial de la inteligencia artificial temprana.

Estableciendo paralelismos entre el diseño intencional de Furby y las tácticas empleadas por grandes modelos de lenguaje como ChatGPT, Chung enfatiza el uso de métodos económicos y simples para aumentar la credibilidad. Por ejemplo, cuando ChatGPT usa la palabra «yo», busca convencer a los usuarios de su viveza, al igual que los movimientos de ojos de Furby.

Sin embargo, la pregunta de si los objetos inanimados pueden exhibir verdaderamente pensamiento y materia viva sigue en pie. El sesgo humano de percibir rastros de mente e intención puede complicar los debates sobre la ontología de las computadoras. En un estudio de 1944 realizado por los psicólogos Marianne Simmel y Fritz Heider, los participantes asignaron características humanas a animaciones simples, a pesar de conocer su naturaleza inanimada.

Las nuevas tecnologías a menudo nos desconciertan y intensifican nuestra tendencia a antropomorfizar objetos. Aunque es posible convertir materia inanimada en materia pensante y viva en teoría, el debate sobre la verdadera naturaleza de nuestras computadoras es complejo. Nuestro sesgo para percibir rastros de mente e intención a menudo nubla la comprensión de este tema.

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